7.15.2011

Lo que decimos y no decimos



Hay muchas frases o palabras que se sueltan al viento como quien no quiere la cosa, sin tomar mucha conciencia de lo que estamos diciendo. Hay veces que pasan rapidito y se escapan entre el ruido, pero cuando empiezo a escuchar, no puedo dejar de preguntarme y preguntar que es lo que se esta tratando de decir.

"hay que matarlos de chicos, porque crecen y son chorros"
"y si, viste como son los judíos....."
"todos los peruanos roban"
"no sabes, la chica que limpia en casa es rubia y sabe leer"
"y que queres? si son negros. Pero ojo, no digo negros de piel, negros de alma"

De todas las veces que la escuché y pregunté que es lo que estaban tratando de decir, nadie pudo explicarme la diferencia entre las almas negras y las del resto de los colores y como es que se distinguen.

Todas estas frases las escuche, y algunas demasiadas veces.

Por casualidad o no, de un tiempo a esta parte, conocí gente que trabaja con chicos de bajos recursos, chicos que no pudieron terminar el colegio y quieren estudiar, poder conseguir un trabajo y sentirse un poco menos marginales. Chicos que usan gorras y equipos de gimnasia como cualquier otro, chicos que viven en una villa, que para cenar tienen que tomar tren, colectivo y caminar por calles embarradas.
Chicos que no tuvieron la suerte que tuvimos otros, de poder crecer bajo un techo, sin tener que preocuparse durante toda su niñez de otra cosa que no sea jugar e ir al colegio.

Estos chicos tienen que enfrentarse con mucha gente todos los días que los miran mal, que cuando se les acercan guardan el celular y agarran fuerte la cartera, que cuando ofrecen la mano en el subte acompañada de un calendario o una estampita, se los ignora por completo.

Creo que nos está fallando la varita con que medimos. 
Estaría bueno que podamos valorar a las personas por sus actos y no por una marca, que entendamos que un color no es mas que eso, un color y que  no puede ser una frontera para compartir un mate, que el lugar donde nacimos no nos da ningún derecho a prejuzgar y que la fe que tengamos o dejemos de tener no hace que el otro se convierta en un enemigo.

Podemos hacer la diferencia con un gesto, con un caramelo, con mirar a los ojos.
Tenemos que escucharnos un poco mas, compartir un poco mas, dar una mano, un abrazo. 
Hagamos la prueba.

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