Bien, una vez más maté a mis plantas. Algunas por mucho, a otras por poco.... pero cíclicamente, una vez al año, me encuentro viendo los cadáveres en las macetas, amarillentos y rotosos.
No sé si es por el agua o la falta de.
No sé si es porque no les hablo.
No sé si hay algún dato que me falta.... o si tengo plantas que duran un año, pero la única certeza, es que se les da por morirse.
Una sola sobrevive a mi falta de amor, pero no sé cómo se llama... y ahora que lo pienso quizás se suicidan por sentirse anónimas.
En general no se el nombre de ninguna planta, no es nada personal. Solo las identifico por los colores y texturas.
Me pasa en la terraza de mi madre, cuando me dice ¿viste que linda que está la violeta y el tamaño de esos geranios?.... y empiezo a girar la cabeza como la nena de el exorcista, tratando de dirigir mi vista a donde ella mira.
Todas sus plantas están siempre lindas y coloridas. Ella tiene mano para los vegetales, virtud que no pasó genéticamente hacia mí.
Pero yo persevero y a fuerza de seguir nutriendo mi incinerador de restos de lo que alguna vez fue una alegría del hogar, sigo plantando.
Así que este fin de semana, enterito de jean y palita en mano, volveremos a las semillas.